Por Venecia Joaquín
Cuando me detengo a pensar en la vida, en lo que produce satisfacciones intimas y montañas de alegrías, llego a la misma conclusión: amar. Pero ¿Qué es amar? Es un sentimiento hermoso, mágico, que alojado en el alma produce paz interior, hace sonreír, invita a compartir. Es un dejar de pensar solo en ti, para incluir al prójimo. Es dar afectos en cada una de las actitudes y acciones, recibiendo un increíble gozo interior, que permite experimentar el éxtasis de lo sublime.
Indiscutiblemente, estamos de vacaciones en este interesante lugar que es la vida. Está llena de sorpresas. Tiene diferentes caminos para recorrer. Muchos llenos de tentaciones, otros de bellas oportunidades. El Creador observa desde lo alto, quienes son los valientes capaces de transitarla sin caer en el fango. La clave para disfrutar sin angustiarse es un baño de amor. Da seguridad, fuerza interior.
Recordemos que en la vida estamos de paso. Debemos hacer los mejores aportes para cooperar con el plan divino y hacer de la tierra un paraíso para la humanidad. Es la mejor herencia que podemos dejar. Basta regar el bálsamo del amor.
Lamentablemente, algunos no confían en su magia. Se auxilian de enemigos del amor como el engaño, robo, traición, actúan con egoísmo, acaparando poder, dinero, recursos, mientras otros viven en la miseria. Son ingenuos, al no percatarse de que manejar recursos del pueblo, son “ganchos divinos” para conocer sus reacciones frente a los demás.
El que sabe amar huele desde lejos los hipócritas y traidores. Difícilmente su olfato le falla. Les repugnan y con una mirada les hace sentir su mediocridad.
Cabe recordar que solo el colchón del amor es relajante. Permite dormir con tranquilidad, acurrucadito con Dios. De hecho, su hijo Jesús murió crucificado, enseñándonos las bondades del amor.
Cuando estamos en el invierno de la vida, batallando contra enfermedades o intentando levantarnos tras una caída, cuando sentimos cerca el final de nuestra estadía en la tierra ¿Qué hacemos? ¡Buscar afectos, amor, perdón, para retornar a la paz! Vamos, pues, a tener el amor presente, no solo al final, sino a lo largo de la existencia.
Es obvio, amar es la marca de la paz, de los que entienden la esencia de la vida. La serenidad que proporciona distingue los que aman, de los que no saben dar amor.
En el día del amor y la amistad, pido a Dios que nos ilumine para que aprendamos a dar afectos sinceros… Sentir que te aman es fabuloso pero amar ¡es sencillamente maravilloso!
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